
El día que llegaron John y Lennon no éramos muy conscientes del reto que suponía acoger dos patos adultos a la vez, ni mucho menos imaginábamos todo el miedo que traerían en su cuerpo. Aun así decidimos que valía la pena el reto y que teníamos muy claro el objetivo: un humano para cada animal rescatado.
La verdad es que no fue fácil, pero como siempre, nuestra filosofía resultó ser una de esas verdades que se cumplen, y es que siempre hay un humano que quiere hacer feliz a un animal y el caso e nuestros platanitos no iba a ser distinto.
Ana no dudó en darles un hogar, una familia, un lugar precioso donde tomar el sol, nadar, tener amigos de su especie y sobretodo un hogar lleno de respeto. Con ello Ana nos ha impulsado a seguir trabajando sin miedo, sin dudar y siempre convencidos de que no existe un sólo animal que no pueda encontrar una familia.
¡GRACIAS ANA!
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